Una nueva racha de castellano se ha abatido sobre mí, y aunque
me llegan cada vez más espaciados me tocan siempre tan desprevenido y con mismo
effecto : que me encuentro del todo cambiado : en el sentir como en
el pensar. ¡Qué idioma este y cómo grita en mí ! Desaforadamente. Es para
mí de todo reposo el francés, con él me siento tranquilo, equilibrado y me veo
raciocinando. ¡Vaya qué experimento! No me lo puedo explicar como todo lo que es
físico, que no llega a encontrar un explicación racional ni de origen, que eso
se dice, verdad, del ser hablante más que del ser humano, que somos entonces
más de letra que de carne ; pero vaya, diré yo mejor, de una letra
encarnada en mí. La culpa no la tienen mis padres ni siquiera mis bisabuelos
que ellos sí hablaban castellano, pero Mariano José de Larra y Josep Pla con
quienes últimamente reanudé con mi lectura de los escritores de lengua hispana.
Por muy distintos que los veo en el modo de vestirse, de arroparse en la lengua
castellana, muy bien siento también el mismo tejido, luego la gama de los
colores de su adjetivación y el corte del periodo de su fraseología da su
personalidad y su época. No puede haber sin embargo entre ellos la misma
diferencia que entre un japonés y un chino ya que ambos hablaban el castellano
y por mucho que sea catalan Josep Pla y Larra afrancesado como se decía en el
siglo diecinueve. Muy bien me sé que no he elegido aquí lo más castizo entre
los escritores españoles como para recuerdo que tengo en mi biblioteca de Grevisse,
cuya origen si bien recuerdo es belga, Le bon usage (du français) que lamento
no consultar lo suficiente rindiendo así por lo menos homenaje a los preñados
del espíritu de un idioma que no pueden menos que escribir en dicho idioma. Así
me siento : más que domino el castellano estoy dominado por él, poseso,
endemoniado por él. Tal vez le pasó igual a Grevisse con el francés y se sintió
entonces en la obligación de dominarlo para no ser dominado por él. Difiero en
el sentido que me dejo emborrachar y gusto de mi borrachera que eso sí no está
hecho para durar y por ello vuelvo a leer en castellano. Como todo buen
borracho dí sin embargo mi palabra que nunca volvería más a leer sino en
francés, pero desgraciadamente mi cura de desintoxicación se acabó hace unos
pocos días por haberme acordado lo mucho que me gustó Los artículos de Mariano
José de Larra y El Cuaderno gris de Josep Pla ; es puro paladar, es puro
paladeo del castellano.
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