El asmático ultraje del tiempo no le dejaba respirar sino entre las llagas del alma. Eran ascuas vivas que se enfriaban porque no podía evitar de pensar que su juventud sólo fue calor y fiebre.
Estaba viejo y enfermo pero, por la noche, cuando se le subía la temperatura, cuando los ojos se le ponían a llorar, cuando las mejillas se le ponían coloradas, era como si en él se reinicializara el proceso de la pasión y entonces sólo se sentía joven y enamorado.
Aucun commentaire:
Enregistrer un commentaire