Una mujer
más loca que romántica
les daba de
comer como a gallinas
que tampoco
sabía nada de Leda
a los que tú
llamaste Rubén Darío
príncipes
divinos, luces de mito
y no eran
más aquí lamento
decirte que
aves palmípedas
tus queridos
cisnes blancos
que acudían
a la hora de la comida
no de
ambrosía sino de pan mojado
y que a
nadie interroga
ya su
encorvado cuello
parece que
ha caído una maldición
sobre tus
queridos cisnes blancos
que no se
les acerquen más poetas
y si se los
mira es con otra mirada
por más de
época más pragmática
y como
Nietzsche nos tiene anunciado a todos la muerte de Dios
me toca a mí
Rubén Darío decirte que ha muerto el Cisne blanco
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